martes, 6 de octubre de 2009

Una Mañana Soleada por Jose Puig

(Jose Puig nacio en 1989 con marcas de fuego y llama)

Una mañana soleada
Una mañana soleada salí de mi primera clase del día. Compre el periódico, un café, y un cigarrillo y me senté en las soleadas escaleras a disfrutar mis compras, este momento era significativo, y simbolizaba placer y daba a mi rutina control y tranquilidad. Seguí a mi siguiente clase, el remolino de rostros transitando por los pasillos, una masa humana de rostros, algunos gordos, otros feos, blancos, rojos y negros, maliciosos, estúpidos, entristecidos, inteligentes, la juventud de México resumida en aquellos rostros, viciosos algunos, pulcros otros, razas nacionalidades, ideologías reunidos en esta magna institución.

La masa de personas hacia difícil el andar, mas aun con un quinto cigarrillo en mi boca, forcejeando con mi papeleo y subiendo escaleras adornadas con carteles de distintos tipos. En esos tiempos podías encontrar carteles desde prevenciones sanitarias contra la pandemia porcina, hasta carteles de convocación huelguista en pro de la liberación de presos políticos a partir de la vigencia de Marx y el Comunismo.

Que enorme variedad de perspectivas y estilos de vida, de clases e intereses entre los cientos de estudiantes. Y yo entre ellos, asombrado y maravillado por el oscuro corredor del conocimiento en el que me encontraba. Pues el conocimiento no era para mí esa luz al final del camino, sino más bien una tortuosa y épica aventura, llena de obstáculos, miedos y luchas.

Así fue como pase a formar parte de las filas de militantes de la UNAM. Aun no me inclinaba con pasión por ninguna tendencia política pero la influencia primordialmente socialista empezaba a germinar en mí y en mi estilo de vida.

Cuando por fin llegue a mi salon, tome asiento, y me puse a escuchar los tambores y cuernos aztecas que un grupo de estrafalarios jóvenes hacían sonar en el patio adyacente. Que diría mi abuela si me viera ahora, ataviado con la misma ropa desde hace un año, sucio, fumador empedernido, y adicto al café, sosteniendo un periódico de izquierda, en una clase de historia de México, donde la maravillarte voz del profesor se mezclaba con el penétrate sonido del cuerno de caracol azteca de antaño.

El pintoresco paisaje que se desenvolvía a mis ojos me decía algo. Estudiaba por estudiar, una llama joven sin responsabilidades ni deberes, con locura en la cabeza y experiencias en el pasado.

1 comentario:

  1. la verdadera ociosidad, es decir el estudio, es la madre de todos los vicios. los vicios: el café, los cigarros.

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